CHAMPOTÓN. – Considerado el artífice de la abundancia generada por el oro líquido, la miel, en comunidades del Sur del Estado, el sempiterno líder del Consejo de Administración de la Organización Apicultores Unidos de Champotón, Pedro Euán Coyoc, evoca nostálgico que no todo le ha sido “miel sobre hojuelas”, pues contaba con apenas ocho años –hoy rebasa la octava década—, por lo que no pudo instruirse.
Al ser el primogénito varón de 11 hermanos, le fue vedado el poder estudiar al tener que ayudar a su progenitor en el cultivo de hortalizas, y la cría de animales de traspatio para el sostén familiar. Más tarde al quedar al frente de su familia y poder ayudar su madre en el gasto debió laborar con un tío albañil como chalán.
A los 16 años inició su travesía por la mielera de Campeche, primero de albañil y luego lo nombraron jefe de producción, y aunque no sabía leer ni escribir y se le dificultaba la aritmética una joven secretaria lo ayudó y enseño.
El hombre que ha llevado a esta empresa a ser una de las dos exportadoras relevantes de productos apícolas de la Península de Yucatán a países europeos, en especial Alemania, se vio obligado a instruirse de adulto en una escuela nocturna a fin de obtener su certificado de educación primaria.
Euán Coyoc, quien ha sido regidor y candidato a diputado local por la gran presencia que mantiene en el sector apícola de Champotón y Escárcega, consideró haber hecho un buen trabajo en favor de más de dos mil mieleros de la región sur.
Desde la época del gobernador Carlos Sansores Pérez, esta actividad tomó un gran impulso. Él pudo viajar al viejo continente para promocionar el considerado oro líquido, hacer contrataciones y modernizar el proceso de producción. Aunque ante los avances tecnológicos y la pandemia del Covid-19, todo se hace actualmente en línea.
Ahora, reconoce que se vio obligado a entrar de lleno a la era digital, y por medio de conferencias audiovisuales comenta “cara a cara” con clientes de Alemania e intercambian todo tipo de datos a través del Internet; hoy ya no se viaja para la firma de contratos, ventas o cobros y con eso sus hijos le dijeron ya no más viajes.
Egresado de la Universidad de la Vida
Hace 40 años que llegó a Champotón, pues en la ciudad de Campeche hizo 20 en Miel y Cera de Campeche, “por lo que son más de 60 años entregado a este trabajo”, dice al fruncir el ceño y recordar que su salida se debió a cuestiones políticas entre
Eddy Gilbardo Hernández Lara y Eugenio Echeverría Castellot, por una abeja de oro que le regalarían al entonces Gobernador Carlos Sansores Pérez, que haría una visita a la planta de miel en Campeche.
Quien se considera un egresado de la Universidad de la Vida, relata que el costoso obsequio se perdió de la caja fuerte de la em presa, por lo que les bloquearon la planta gente de Fernando Turriza Peña, líder campesino, pero que no eran mieleros, por lo que se dieron enfrentamiento con los verdaderos apicultores, unos cinco mil, los que recuperaron la entrada.
Fue su salida, reconoce, pero para bien pues en Champotón encontró su segundo hogar hasta la fecha, aunque primero lo habían enviado a Escárcega, pero no le gustó. Fincó su residencia en Champotón el 15 de mayo de 1982, hace ya cuatro décadas, los que ha dedicado en cuerpo y alma al desarrollo de la actividad apícola.
Herencia millonaria a las nuevas generaciones
Con dejo de nostalgia, pero con gran vehemencia recuerda que el terreno en que estaba la anterior planta era pequeño, y pertenecía a la familia del líder perredista Rodolfo Arteaga Gutiérrez; permanecieron ahí por muchos años, luego se volvió una importante captadora de miel con venta a los extranjeros que exigían mayor higiene y la maniobra de los camiones en la calle 28 se empezaba a dificultar por lo reducido del espacio.
Decidieron comprar un terreno con mayor extensión y anuencia de los apicultores, y hoy es la planta de miel más importante del Estado al contar con todos los equipos que condicionaron las empresas europeas, con laboratorios y mayor inocuidad. Hay una zona de descanso para los socios que antes se quedaban a la intemperie sino podían regresara sus comunidades alejadas, se posee una tienda con venta de derivados de miel, y un comedor.
El terreno costó dos millones 600 mil pesos, y con el inmueble edificado su valor es superior a los 50 millones de pesos, dice el avezado apicultor que inició en la actividad sin saber leer ni escribir, y que dejará un legado millonario a los apicultores, dado que las finanzas están sanas, no se debe un peso por su moderno edificio, por lo que confía en que las nuevas generaciones seguirán trabajando bien, con total transparencia y cuidando el patrimonio que tanto les constado consolidad.
Orgulloso, presume que se cuenta con una línea crediticia superior a 100 millones de pesos, respaldado en sus bienes inmuebles, pues además se establecieron 48 módulos de acopio de miel en la zona rural del municipio, también en Escárcega, Hool y Seybaplaya.
En la recta final de su vida, con solvencia moral intachable –que le ha permitido reelegirse sin sobresalto como presidente de su Consejo de Administración y por aclamación unánime de su asamblea general, considera que puede sostener que ha cumplido su deber, lo que le ha permitido levantar tres plantas de miel: la de Campeche cuando sólo era un chamaco, luego la primera en Champotón en la calle 28 entre 25 y 27, y esta última en la colonia Cuauhtémoc Cárdenas en la moderna avenida 500 de Champotón donde se yergue majestuosa su moderna infraestructura, y que le permite señalar que nada en la vida es difícil cuando se tiene voluntad y amor por el trabajo.
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